Pablo Lupo's profile

Gemí. Gimió. Gemimos.

Me invitó a una cerveza. Yo le invité a otra. No era muy alta. Me dijo que pintaba. Me gustó su cuerpo. La longitud de sus caderas. La corta anchura de sus hombros. En cuanto la vi, deseé besarla. Sacarle la ropa. Medir la distancia exacta de la comisura de sus labios, sus piernas. No era cuestión de musculatura, ni de belleza. Era la proporción. La de los dedos en relación con su mano. Su fémur comparado con su pierna. Nos fuimos a otro pub. Un pisco sour. Otro limón. Otro sour. Saliva. Su lengua y su aliento en mi cuello. “Preciosos ojos” dije. Metí la mano bajo su falda. Bajo su ropa interior. Se colgó de mi cuello. Nos movimos rítmicamente.  Gemí. Gimió. Gemimos. Intenté medir su pasión desmedida. Acaricié su pelo rojo. Tan rojo. Enterré mi rostro en su cuello. Memorizó el contorno de mi cara con las yemas de sus dedos para poder pintarlo después. No le di mi número. Ni la volví a ver hasta hoy en la galería, ante el cuadro que ella pintó en honor a este secreto. Ella al verme susurró a mi oído. “Hola, señor Lupo”. Yo medí mentalmente la distancia entre su nariz y sus labios. Y sin emitir un solo sonido, gemí. Gimió. Gemimos.
Gemí. Gimió. Gemimos.
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Gemí. Gimió. Gemimos.

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